miércoles, 10 de agosto de 2011

Sexta a última jornada

Estamos pasando por Málaga navegando muy cerca de la playa, ha anochecido y navegamos a dos nudos. La luna llena nos permite ver la silueta de algo flotando que nos adelanta. Es una boya de algún pescador que obviamente está fondeada y por supuesto no deriva contra el viento. La corriente nos está arrastrando hacia atrás, hacia la la playa. Por primera vez tenemos contacto con este fenómeno que nos amargará las próximas 24 horas.


Despues de una jornada de poco viento, al anochecer, llegamos a Gibraltar. Podemos ver la silueta impresionante del peñón. Ya resulta obvio que no llegaremos a tiempo para cruzar con la corriente a favor y nos preocupa mucho la poca velocidad que llevamos pues seremos muy vulnerables a la corriente. Pasamos muy pegados al peñón buscando una zona de navegación de poco calado por si nos quedamos sin viento y la corriente nos obliga a fondear . Por encima de todo no queremos sufrir la experiencia de desplazarnos hacia atrás a tres o cuatro nudos durante 8 horas. Por eso es importante estar preparados para el fondeo. Pensamos que la estrategia de navegar muy cerca del peñón es más segura.

Sin embargo todavía tenemos un poco de viento que nos permite avanzar. Pasamos entre la maraña de mercantes fondeados y damos el código 0, está soplando de tierra y hay que darse prisa en pasar. Sin saber cómo se nos ha quedado la driza en el tope de mástil. El viento está rolando a poniente. Parece que se nos pondrá difícil. Decidimos subir al palo antes de salir del estrecho pues luego ya será imposible, esta será ya la segunda vez.

Tenemos el faro de tarifa a tiro de piedra, no más de 4 millas que se van a convertir en un calvario de ocho horas. El poniente está arreciando lo que nos permite navegar a 6,5 nudos. Empezamos a hacer bordos de forma sistemática y rutinaria a medida que pasan las horas. Se pueden ver las luces de posición de los barcos de la regata cruzarse una y otra vez sin descanso, así que estamos muy atentos . No avanzamos. Vamos a estar toda la noche en esta especie baile, siempre con uno de nosotros en el plotter dando las ordenes de rumbo, marcando los bordos y controlando el AIS. El otro siempre a la caña navegando muy cerca de la costa pues la corriente es menor aunque no tan cerca que pudiera ponernos en un aprieto si el viento cae.

Finalmente, al amanecer, pasamos, agotados, el faro de Tarifa habiendo pasado la noche en blanco. También pasan los otros barcos de la regata que se habían quedado atrapados en este embudo. Es el pistoletazo de salida de una carrera cuesta abajo que durará tres agotadores días pues navegaremos con viento constante de 25 a 35 nudos. Primero por el través y finalmente por la aleta. Nuestra estrategia va a consistir en ir más arriba que el resto de la flota para que cuando arrecie el viento tenerlo más de popa y por lo tanto recuperar las millas hechas de más. Al final resulta ser una buena elección pues hemos podido coger al barco suizo que ya nos llevaba cierta ventaja.

Esta decisión implicó navegar toda una jornada con viento de través y con fuerte marejada, una navegación incomodísima, en la que embarcábamos mucha agua.

La última jornada fue la de pisar el acelerador, pues cuando ya asomaban los 30 nudos dimos todo el trapo y rumbo directo a Porto Santo. Fue el momento de disfrutar de planeadas sin interrupción durante 24 horas sin parar, a velocidades que llegaron a los 17 nudos. Finalmente, después de casi nueve días, una séptima posición que ahora nos parece que no hubiéramos podido mejorar de ninguna forma. Si es cierto que hubiéramos esperado estar entre los 5 primeros, pero pensamos que la estrategia que seguimos fue acertada y que estuvimos todos sometidos a una meteo complicadísima que rompió la regata. Esperamos que en el mes de enero, podamos seguir luchando por las primeras plazas durante la segunda etapa (PortoSanto-Martinica).

Guillermo D.